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con nuestra creatividad superamos la pobreza

 

Esta es nuestra historia….
Simiatug es un territorio muy grande que se encuentra en la Cordillera Occidental detrás del volcán más alto del Ecuador, ‘Taita’ Chimborazo, el padre de todos los cerros ecuatorianos. Que tiene mucha historia y mucha vida junto con los humanos que vivimos alrededor.

La población de la región Simiatug se encuentra en condiciones de gran marginación socio-económica y escasa atención por parte de programas estatales.
En la región de Simiatug, se añaden los efectos de la gran lejanía a las ciudades o a otros lugares que podrían inspirar nuevos modelos de vivir, innovaciones en todo sentido. El extremo aislamiento, la reciente habilitación con infraestructura, con medios de transporte, comunicación, electrificación, atención educativa y de salud, es un gran limitante. Recién en 1981, los pobladores pudieron superar su condición de peones de la Hacienda Talagua; esta generación vive todavía con actitudes y una filosofía interiorizadas válida para ese entonces, pero no-aptas para tomar en mano una vida auto-gestionada y en libertad. El rasismo, el menosprecio que enfrentan en el casco parroquial y en la ciudad, es un hecho.
Dentro del Ecuador, la provincia Bolívar figura como zona más atrasada, de menos productividad y desarrollo. Dentro de la provincia, Simiatug se destaca como región más atrasada, de baja productividad y poco desarrollo. Dentro de la parroquia con sus 40 comunidades, se perpetúan las mismas condiciones sociales: comunidades cercanas al casco parroquial o a las pocas vías transitables durante todo el año, están privilegiadas; mientras que las comunidades fuera de las vías encuentran más dificultades en avanzar. Las actividades más fundamentales de la vida doméstica se hacen complejas para organizarlas, y roban tiempo que en otros lugares se emplea en labores productivas y rentables. Todo se lo hace manualmente: en cantidad de ‘mingas’ para alcanzar obras de bien comunitario, transportar o buscar el combustible diario, materiales pesados para alguna obra o su producción agrícola a lomo de animales…
La desagradecida topografía y las extremas condiciones climáticas que reinan a estas alturas, explican de por sí solas la gran precariedad en la que vive la gente.

 

Antes se lo tomaba como algo normal, no se conocía otra forma de vivir, no se tenía sueños más allá de lo que nos correspondía, porque los blancos nos decían que ‘así tiene que ser: el indio no puede hacerse más que el blanco, que ellos tienen sangre azul que vienen directo de los españoles, que ellos no más pueden ser autoridades, que nosotros debemos ser compadres, trabajar y servirles a ellos…’.
En los años 80, la lucha de las mujeres todavía consistía en que los papás dejen que también sus hijas visiten las escuelas. Que no las tengan solo para trabajar en la casa y en las chacras y las com-prometan desde chiquitas a casarse con 13 y 14 años con el joven vecino o con el primo para que se junten bienes. Después hubo organizaciones políticas que les posibilitaron a unas pocas mujeres a que salgan, vean otros ejemplos y tengan talleres de concientización.
En los años 90, hubo varios intentos de crear grupos de mujeres; pero fracasaron siempre, por varias razones:
* más estaban dadas al discurso que a la acción; y
* las mujeres de una familia grande difícilmente se llevaba bien con una mujer de otra familia grande; y
* los hombres tenían miedo de que las mujeres se hagan más inteligentes que ellos e impedían a sus esposas que se junten con otras; y

* los blancos que todavía tenían todo el poder en manejar la mente de los Indígenas, les apoyaban en este sentido, les decían que ‘no dejen, que ésto es del diablo’.
Poco a poco hubo más ideas y valentía a través de voluntarios y voluntarias europeas y de la Pastoral de la Liberación que Mons. Leonidas Proaño lograba difundir desde la provincia vecina. Y cuando al principio del año 2000 se dolarizó el país y la gente del campo empobreció violentamente, estaba maduro el tiempo en que un chiquito grupo de mujeres, solo unas 13 esposas de Animadores Cristianos realicen en la práctica lo que habían analizado ya tanto tiempo en la teoría:

 

Entonces, la meta de ‘SIMIATUG SAMAI’ tuvo que ser de PRODUCIR, DE ELABORAR PRODUCTOS TERMINADOS y de COMERCIALIZARLOS DIRECTAMENTE nosotras mismas, para aprovechar bien de lo que tenemos y podemos. Mejorando estos tres fondos íbamos a diversificar nuestra economía sobre todo las madres de familia que no tenemos otras perspectivas por ser todavía analfabetas. Esto nos lo propusimos a largo plazo y empezamos con
ARTESANÍA ARTÍSTICA:

“Las ARTESANÍAS ARTÍSTICAS en bordado y cabuya de ‘SIMIATUG SAMAI’ nacieron desde un grupo de mujeres indígenas, madres de familias grandes, en su mayoría analfabetas sin otra oportunidad de ingresos adicionales a la agricultura y a la crianza de animales.‘Simiatug’ es nuestra ‘llacta’, el territorio de dónde somos y vivimos (3.980-2.200m, prov. Bolívar/ Ecuador); y ‘Samai’ es el espíritu, la creatividad, la fuerza que nos alienta”.
Desde abril del 2000 se empezó a bordar en este grupo chiquito las simples carteritas para guardar la plata. Ya que estos cuadritos demostraban mucha gracia, luminosidad y un estilo inimitablemente autóctono, encontraron buena acogida y estímulo por parte de quienes se interesan por la cultura y las expresiones indígenas. Entonces surgió toda una gama de productos funcionales: tarjetas, billeteras, llaveros, guantes de cocina, cojines, varios modelos de bolsos, muñecos, borreguitos, cuadritos, todo tipo de estuches, de lentes, cosméticos, para documentos, para celulares, portafolios, agendas de varios tamaños, chalecos, cinturones, pantuflas y juegos.
Acabaron por crear bordados todos los miembros de la familia desde los jóvenes hasta las abuelas, y se añadieron nuevas familias y grupos de mujeres de varias comunidades, hoy unas 320 bordadoras y shigreras organizadas en la ‘Asociación SIMIATUG SAMAI’.
“Trabajamos mientras pastamos los animales, en las reuniones, en el camino y también de noche a la luz de una vela en nuestras comunidades”. Los miércoles, día de feria en el pueblo de Simiatug, dejan los bordados, tapetes y tiras de cabuya en el taller, donde las socias son pagadas al instante para mantener a su familia durante la semana. El taller también es el lugar donde cada bordadora ovilla sus colores, se lleva la tela para nuevos bordados, y dónde seis confeccionadoras lavan, planchan, cosen, diseñan y despachan los productos hacia tiendas de artesanías en el país, y a varias partes del mundo.
A más de ser un sustento económico para la alimentación semanal, útiles para la escuela, alguna prenda de vestir o algún remedio, el efecto de bordar en familia reúne y hace compartir las experiencias y los materiales; de hijos a padres en que esos les ayudan a elaborar los dibujos, de padres a hijos en que esos les enriquecen con motivos vividos y técnicas nuevas. “Bordando decimos, nos reconocemos y afirmamos quiénes somos, cómo somos y qué es lo que vivimos; esto causa fuerza, satisfacción, equilibrio, ayuda en reflexionar qué es lo que queremos para nosotras, da orgullo y abre para la palabra.”
El mayor problema era la falta de preparación para asumir cargos en las Directivas y en la Administración: las más motivadas de nuestras hijas recién estaban en Colegios cuando ya necesi-tábamos de gente profesionalizada y estudiada, y mujeres que saben desenvolverse con gestiones, oficinas, con mestizos, blancos o extranjeros, y que no se pierden en las ciudades.
Porque crecimos muy rápidamente. Y como la política de ‘SIMIATUG SAMAI’ le garantiza el ingreso a cada productora al instante que deja una obra o producto, son muy claras las condiciones y le ayudan en solventar los gastos de la familia semanalmente mientras esto no ocurre con las cosechas que son mucho más espaciadas y críticas. Cada dos, tres meses hay nuevo grupo que solicita el ingreso; hoy son 25, también de otras parroquias y de la provincia vecina. Se integran con nuevas características que van enriqueciendo al todo: p.e. las mujeres del subtrópico, ellas son más dinámicas, más movidas, ponen otro ritmo a la producción, opinan más ampliamente, son más abiertas e independientes de los maridos; o el grupo del cantón Pangua que por tener cultivos de cabuya (agave americana) están armando el procesamiento de la fibra, nos podrán abastecer a todas las socias de la materia prima, tal que los beneficios y puestos de trabajo de esta nueva rama quedarán circulando entre nosotras mismas (mercado que ahora es dominado por comerciantes de afuera).

EN 2006:

enfocamos una mejoría de las perspectivas económicas de las mujeres, madres de familias grandes, analfabetas o sin preparación académica, y que
tienen recursos en sus aptitudes, conocimientos empíricos, tradiciones agro-pecuarias y artesanales.

Hay que decir que esperamos mucho tiempo hasta ponernos de pie y formar una Organización de puras mujeres. En Simiatug hay una fuerte Organización Indígena (FRY, Fundación Runacunapac Yachana) que tiene ya unos 25 años de vida, ahí están muchos de nuestros padres, hermanos, tíos y primos. Al principio procuraron que haya escuelitas en todas las comunidades y que los que sabían leer y escribir sean profesores; después se empeñaron en darles una formación más calificada. En esta parte, se le tiene mucha admiración y agradecimiento a ellos.
Pero en dónde se propusieron superar la explotación por parte de los comerciantes, sacar adelante una producción y crear fuentes de trabajo para los jóvenes a que no tengan que salir a la migración, allí se truncó. Se desvirtuaron los fines organizativos, no hubo en todos los años ni una mujer en ninguna Directiva como para realmente representar la parte de las mujeres, acabó en politiquería, todos con ansias de poder, de discursos y cargos a nivel nacional. Mientras se olvidaban de la vida, del futuro para sus hijos, de una felicidad diaria.
‘SIMIATUG SAMAI’ la hicimos reaccionando a esto. Era duro, individualmente y como Organiza-ción. Pero ahora está mucho más tranquilo, las mujeres se acercan de por sí bien decididas.

y la historia de nuestra Presidenta Juana Chimborazo, 2006...

“En primer lugar un saludo cordial a las compañeras organizadoras de esta convocatoria. Como una mujer que hemos iniciado a crear nuestra organización ‘SIMIATUG SAMAI’, digo que con la voluntaria Cornelia empezó, ella sueñó, pensó por nosotras acá las mujeres de Simiatug. Hemos criado para ver algo defendiendo la familia y a nosotras mismas, para ver algo, para ver siquiera algún centavo, algún avance para nuestras familias. Ella pensó de qué nosotras nos reuniríamos las mujeres de las comunidades, las mujeres de los Animadores, como esposas de ellos estábamos reunidas acá…, desde luego pensó en algo para sostener a la educación de nuestros hijos, en 2000, sí, en cuanto con la dolarización estábamos ¡qué difícil que se nos hacía vivir y mantener! Entonces ella hizo algunos experimentos con materiales y técnicas que podían engañar esta dolarización, cómo organizar esta dolarización.
Teníamos que llevar el bordado bien cuidado, llevando a la casa, al pastoreo, no podíamos manchar; ¡cuidado no traer con mancha y qué no podía venderse! Caso que nosotras no teníamos bien cuidado, nosotras perdimos, ¿no? Nosotras trabajábamos cada una de las 12 o 13 mujeres que hemos criado la organización, llevábamos el trabajo a la casa. Eras de bordar sencillamente cómo vivimos, con nuestro propio pensamiento, con qué pasamos el día, en dónde, cómo se ve rededor de nuestras casas, chacras, comunidades, simplemente quiénes somos las mujeres en el Ecuador, cómo vivimos. Entonces ella llevó ya confeccionado en cositas estos productos a sus amigas, a sus familias. Y en eso hubo más pedidos, siempre más, para que se pueda adquirir más, o sea para llevar más a la tierra de ella, y para promocionar siempre más, ¿no? Entonces ya hemos podido criar esta empresa con los $ 700 que por ahí, de plata mal manejada por algunos compañeros, esto ha sido ayuda para que hemos podido criar la empresa.
Así no más fue cómo encaminamos con la voluntaria. Nosotras sentimos muy contentas en la familia, en el hogar; más que yo he sido siempre una mujer con el motivo de trabajar con las compañeras mujeres. Muchos trabajos, muchos cargos he tenido de llamar a las mujeres de mi comunidad de Salaleo. Hemos llamado a las compañeras de las comunidades para que puedan hacer este trabajo. Desde luego hemos hecho grupos; al principio sólo era trabajo para familiares, desde las fundadoras su familia, después su familia grande y acabando en varias familias de su comunidad. Organizábamos en diferentes comunidades, organizaban unas 50, unas 60 mujeres que empezaban a bordar, a shigrear, después también de tejer mullos. Entonces para las familias, sí esto ayudaba; trabajábamos netamente para comprar la semana, para la casa, para los útiles de nuestros hijos, en todo esto nos ayuda este trabajo.
Yo para poder salir y ser libre un poco de mi hogar, yo tuve que conversar junto con mi esposo, nos conversamos los dos y como él era bastante conciente, él tenía más avance en el estudio y conoció cómo es la organización, entendió que hay que salir y mandó a unos encuentros interprovinciales con las mujeres organizadas. Y ahí pude conocer más con otras mujeres, cómo debe ser de llevar adelante a las mujeres en Simiatug. Y luego en mi comunidad de Salaleo se lanzó a mí de candidata para que sea presidenta de grupo de mujeres y los hombres también me apoyaron a mí. Yo me vení conociendo
más experiencias, haciendo reuniones junto con los dirigentes tuve que salir a una Asamblea, a Congresos, para yo representar como delegada. Asi cogiendo más conocimientos, más experiencias. Lo único que me falta a mí, es el estudio. Gracias a mi esposo que apoyó en alfabetización y ahora, a través del programa ‘sí, puedo’ yo he podido conocer un poco a escribir y leer; ya puedo leer los oficios, manejar los calendarios, esas cosas.
Para practicar lo qué es ahora mi trabajo de coordinadora de las productoras, para entrar acá, era una delegada de mi grupo para representar Salaleo en la Asamblea; tomaron mi voto y acabé Presidenta. Aunque atrasadita, estoy siguiendo junto con el hogar y todas las compañeras de ‘Simiatug Samai’. Hasta dónde pueda, yo presto servicio.
Me guiarón las historias que me contaron mi mamá, mi abuela y sobre todo la compañera Tránsita Amaguaña: yo viendo estas fotos de ella, para mí era como sentir con mis propios sentimientos, queriendo tener las mismas capacidades como ella y trabajar en organizaciones más grandes. Mi esposo me sabía leer las hojitas que me dieron las compañeras en los Talleres. A la hora que nos despertábamos, él sabía decir ‘yo me preocupo mucho de usted que usted en la casa no más, para ya no tener más hijos mejor es que tenga algo de compromiso, algo de capacitación, algo de estar juntamente con las compañeras y aprender mucho más sobre la Organización y sobre la vida del hogar’. Oyendo mucho de los problemas que van chismeando, atacando, él no se toma en cuenta, él tiene confianza en mí. Los compañeros tienen mucha envidia de que se trabaja en alguna institución y quieren dominar, desanimar a través de hablarles a nuestros esposos. Más bien, esto hace tener más compromiso y yo digo a las compañeras que no hagan caso cuando hacen chismes, que no dejen se les arruine su casa.
Mi sueño para la Asociación quisiera que haya más mercados, más proyectos para las comunidades donde existan grupos de mujeres; han pedido mucho ‘que me podría ayudar p.e. en la cría de animales menores y de micro-crédito’. Y siempre siempre piden más trabajo en las comunidades; con las micro-empresas podemos dar trabajo a las señoritas para que no tengan que ir a la ciudad. Y están preguntando: ‘en el futuro, ¿qué más habrá? Entonces toca a nosotras que hemos visto acciones en otras partes tener ideas y conseguir proyectos para ellas, porque ellas no han salido, no han visto nada. ”
Simiatug, 2006.

abril 2000, motivo: dolarización en el Ecuador

2004

2004

 

 

 

 

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2015, DÍA DE LAS MUJERES DE SIMIATUG

 

DÍA DE LAS MUJERES DE SIMIATUG-2015: http://youtu.be/cQOxBrV7-1Y

 

 

 

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